miércoles, 23 de octubre de 2013

TEMA EDUCATIVO



Fomentar el gusto por la lectura. Seamos curiosos.
  No conocemos ninguna receta que funcione, ni en todos, ni en la mayoría de los casos. Lo que sí podemos hacer es comentar algunas cosas que pueden ayudarnos a crear el gusto por la lectura.
Para empezar, deberíamos favorecer en nuestros hijos que sean curiosos, muy curiosos, que pregunten, miren, observen, toquen. Se harán preguntas, buscarán respuestas, querrán conocer nuevas historias, lugares, buscarán y buscarán; y en la lectura podrán encontrar lo que buscan. Esto los ayudará a que disfruten leyendo.

  Para que lean deben sentir la “necesidad” de hacerlo; tienen que sentir que puede ser agradable, gratificante, íntimo, divertido, emocionante.
Conseguir esto no es nada fácil. Hay que intentarlo, y podemos ayudarlos. Tenemos que tener cuidado y mucha paciencia. A veces fomentamos lo contrario, que nos dejen tranquilos, que no molesten, que se estén quietos.

  La lectura no debe competir con nada; ni con la TV, el ordenador, los juegos, los amigos, la piscina,... Si la planteamos en rivalidad con todo lo anterior, será un error y un mal comienzo. La lectura perdería seguro.
Debemos buscarles el momento o los momentos favorables. Hay algunos en los que puede haber una cierta tranquilidad, y ésos son buenos para leer (antes de dormir, la siesta…).

 Es importante ayudarles a encontrar lo que les pueda gustar, y seguro que les gustan muchas cosas. Una visita con ellos a cualquier Biblioteca o librería (por pequeñas que éstas sean) nos sorprenderá por la cantidad de publicaciones que podemos encontrar en formatos de lo más variados y que, por supuesto, son muy atractivos para ellos y, si nos paramos un poco, también para nosotros.
Tenemos que introducirlos en este universo fascinante. Pero tienen que ser ellos los protagonistas. Que ellos busquen, elijan, disfruten, experimenten, jueguen, coloreen e, incluso, que los rompan. Antes un libro roto que nuevo y sin usar.

 Nosotros podemos facilitarles y favorecerles el acceso. Que lleguen a los libros, a las lecturas, en cualquier formato: libros, tebeos, revistas, periódicos, ordenadores, tablets.
En nuestras manos está, desde bien pequeños, abrirles el abanico de posibilidades: mostrarles cuentos, leérselos, contarles historias, escuchar grabaciones, inventarlos, que los vean en la televisión, en el ordenador.

Sitio wed donde se obtubo  la información. http://www.famiped.es/temas-educativos

TEMA EDUCATIVO


Las relaciones sentimentales en la adolescencia.



La etapa de la adolescencia suele dar muchos quebraderos de cabeza a los padres. Es un momento en el que aparecen todo tipo de conductas contradictorias: deseo de ser independiente y, al tiempo, negación de la responsabilidad sobre los propios actos; rechazo de los valores del mundo de los adultos, exigencias a veces desproporcionadas de libertad, cambios repentinos de humor, etc. Los padres, frecuentemente, se sienten desconcertados y perdidos; no menos que los propios adolescentes.
En general, este tipo de conductas y reacciones son transitorias, y lo más apropiado es tener paciencia y comprender que es el preámbulo de la entrada en la vida adulta. Los adolescentes necesitan este tipo de controversias y conductas de rebeldía para acceder a una identidad más madura. Quieren ser “ellos mismos”, es decir, “diferentes” a sus padres, de los que rechazan lo que piensan que es “negativo”, por tanto, actúan en la mayoría de las ocasiones de forma totalmente opuesta a lo que se les pide o espera de ellos.
Sin embargo, su modelo de conducta, de relaciones afectivas y sentimentales, indudablemente, es el núcleo familiar. Son las relaciones de los progenitores como pareja y en su papel de padres las que marcan el modelo que los adolescentes van a seguir para organizar sus propias relaciones afectivas. Aunque, en la adolescencia, lo que se percibe de manera más superficial es, justamente, el rechazo de tal modelo. Pero esto no debe confundirnos; los adolescentes son inexpertos y apasionados en el manejo de sus relaciones afectivas y necesitan experimentar, sobre todo en sus primeras relaciones sentimentales. Con el deseo de ser “diferentes” a los padres, sin embargo, reproducen, sin saberlo, el modelo que han vivido en su familia.
Es, por lo tanto, imprescindible que los padres reflexionen sobre las relaciones que han establecido con sus hijos y entre ellos. Al fin y al cabo, éste es el desafío que la adolescencia plantea a todos los padres como representantes del mundo adulto.
En ocasiones, los adolescentes, sobre todo las chicas, establecen relaciones sentimentales inadecuadas con chicos controladores, dominantes, que ejercen una violencia no necesariamente física, pero sí psicológica, que exigen relaciones cerradas, exclusivas, intentando cortar los lazos con amigas o amigos, incluso con los padres o familiares, erigiéndose en el objetivo de todo el afecto de que es capaz la adolescente. Esta situación conduce al sometimiento en todos los sentidos. Normalmente, la exigencia es progresiva, pero, poco a poco, el círculo se va cerrando sobre todos los aspectos de la vida cotidiana. Las peticiones se convierten en prohibiciones: “no te vistas así”, “no te pintes”, “no salgas con nadie, solo conmigo”, “has mirado a otro”, etc., estableciéndose una relación de sometimiento asfixiante que puede, incluso, llegar a forzar relaciones sexuales no deseadas.
 La adolescente tiene sentimientos encontrados; por un lado se siente anulada, un objeto al servicio de la satisfacción y el bienestar de la pareja, pero, sorprendentemente, vive estas exigencias como una muestra de amor, interés y cuidado, y precisamente son estos sentimientos ambivalentes los que la mantienen atada a esta relación, impidiéndole valorar de forma objetiva el maltrato y la violencia que esto supone.
Es necesario preguntarse si, de alguna forma, este modelo al que se someten lo han vivido con anterioridad en su propia familia.
 El modelo de pareja que los padres ofrecen es el molde en el que los hijos se desarrollan. La forma en la que se tratan el uno al otro, el cariño, el respeto por las características y los deseos de cada uno, la manera que tienen de resolver los conflictos que se dan en el día a día, el modelo interno que el padre y la madre tienen de la relación entre un hombre y una mujer son las características fundamentales que les trasmiten a los hijos.
El ejercicio de la autoridad con los hijos tiene que ir siempre acompañado del cariño, de la tolerancia por las equivocaciones, del consuelo ante los errores, del apoyo ante los aspectos positivos. El establecimiento de límites que implica la autoridad tiene como objetivo la protección y la progresiva comprensión de la necesidad de autocontrol e independencia. Sin estos aspectos, la autoridad puede convertirse en autoritarismo




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Imagenes Educativas











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Un niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que hay que avivar.