Las relaciones sentimentales en la adolescencia.
La etapa de la adolescencia
suele dar muchos quebraderos de cabeza a los padres. Es un momento en el que
aparecen todo tipo de conductas contradictorias: deseo de ser independiente y,
al tiempo, negación de la responsabilidad sobre los propios actos; rechazo de
los valores del mundo de los adultos, exigencias a veces desproporcionadas de
libertad, cambios repentinos de humor, etc. Los padres, frecuentemente, se
sienten desconcertados y perdidos; no menos que los propios adolescentes.
En general, este tipo de conductas y
reacciones son transitorias, y lo más apropiado es tener paciencia y comprender
que es el preámbulo de la entrada en la vida adulta. Los adolescentes necesitan
este tipo de controversias y conductas de rebeldía para acceder a una identidad
más madura. Quieren ser “ellos mismos”, es decir, “diferentes” a sus padres, de
los que rechazan lo que piensan que es “negativo”, por tanto, actúan en la
mayoría de las ocasiones de forma totalmente opuesta a lo que se les pide o espera
de ellos.
Sin embargo, su modelo de conducta, de
relaciones afectivas y sentimentales, indudablemente, es el núcleo familiar.
Son las relaciones de los progenitores como pareja y en su papel de padres las
que marcan el modelo que los adolescentes van a seguir para organizar sus
propias relaciones afectivas. Aunque, en la adolescencia, lo que se percibe de
manera más superficial es, justamente, el rechazo de tal modelo. Pero esto no
debe confundirnos; los adolescentes son inexpertos y apasionados en el manejo
de sus relaciones afectivas y necesitan experimentar, sobre todo en sus
primeras relaciones sentimentales. Con el deseo de ser “diferentes” a los
padres, sin embargo, reproducen, sin saberlo, el modelo que han vivido en su
familia.
Es, por lo tanto, imprescindible que
los padres reflexionen sobre las relaciones que han establecido con sus hijos y
entre ellos. Al fin y al cabo, éste es el desafío que la adolescencia plantea a
todos los padres como representantes del mundo adulto.
En ocasiones, los adolescentes, sobre
todo las chicas, establecen relaciones sentimentales inadecuadas con chicos
controladores, dominantes, que ejercen una violencia no necesariamente física,
pero sí psicológica, que exigen relaciones cerradas, exclusivas, intentando
cortar los lazos con amigas o amigos, incluso con los padres o familiares,
erigiéndose en el objetivo de todo el afecto de que es capaz la adolescente.
Esta situación conduce al sometimiento en todos los sentidos. Normalmente, la
exigencia es progresiva, pero, poco a poco, el círculo se va cerrando sobre
todos los aspectos de la vida cotidiana. Las peticiones se convierten en
prohibiciones: “no te vistas así”, “no te pintes”, “no salgas con nadie, solo
conmigo”, “has mirado a otro”, etc., estableciéndose una relación de
sometimiento asfixiante que puede, incluso, llegar a forzar relaciones sexuales
no deseadas.
La adolescente tiene sentimientos encontrados; por un lado se
siente anulada, un objeto al servicio de la satisfacción y el bienestar de la
pareja, pero, sorprendentemente, vive estas exigencias como una muestra de
amor, interés y cuidado, y precisamente son estos sentimientos ambivalentes los
que la mantienen atada a esta relación, impidiéndole valorar de forma objetiva
el maltrato y la violencia que esto supone.
Es necesario preguntarse si, de alguna
forma, este modelo al que se someten lo han vivido con anterioridad en su
propia familia.
El modelo de pareja que los padres ofrecen es el molde en el
que los hijos se desarrollan. La forma en la que se tratan el uno al otro, el
cariño, el respeto por las características y los deseos de cada uno, la manera
que tienen de resolver los conflictos que se dan en el día a día, el modelo
interno que el padre y la madre tienen de la relación entre un hombre y una
mujer son las características fundamentales que les trasmiten a los hijos.
El ejercicio de la autoridad
con los hijos tiene que ir siempre acompañado del cariño, de la tolerancia por
las equivocaciones, del consuelo ante los errores, del apoyo ante los aspectos
positivos. El establecimiento de límites que implica la autoridad tiene como
objetivo la protección y la progresiva comprensión de la necesidad de
autocontrol e independencia. Sin estos aspectos, la autoridad puede convertirse
en autoritarismo
Sitio wed donde se obtubo la información. http://www.famiped.es/temas-educativos
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