Migración haitiana en nuestro país es una expresión
cargada de contenidos referentes a uno de los problemas más urgentes que tiene
la nación, por eso es siempre tema de actualidad. El flujo ilegal migratorio
camina motorizado desde Haití, desde la República Dominicana, y desde algunos
países que tienen deudas históricas, con Haití. A pesar de esto, no se avizora
una solución institucional a la luz de los intereses de nuestro país.
A pesar del concierto de complicidades, y a
fuerza de dejar hacer y dejar pasar, es indeterminada la cantidad de haitianos/
as en el territorio dominicano participando casi en las mismas actividades en
que se desempeñan las /os nacionales, principalmente en el sector informal de
la economía, y es evidente la competencia para quien quiera certificarla.
La mayoría de estas personas están
ilegalmente en el país, o tienen documentación falsa, pero operan con tanta
libertad, que su ilegalidad, no parece preocuparle. Todo ocurre al amparo de la
ausencia de una política migratoria, que es una responsabilidad de las
autoridades dominicanas, quienes a veces actúan como si sus capacidades no
estuvieran a la altura de la trascendencia de estos delitos. Esa debilidad
institucional, y carencia de visión política e histórica sobre el asunto, solo
ayuda a quienes abrazando la causa haitiana sacan ventajas contra el país.
No
conozco experiencias de países que frente a migraciones ilegales que van contra
sus intereses, sus nacionales se vuelquen a favor de aquellos, en nombre de una
concepción de derechos humanos, sin valorar sus intereses como nación. Por eso
precisamos de educación en valores cívicos para fortalecer y desarrollar la
identidad nacional, sin que esto impida la solidaridad con los derechos (en
este caso) de migrantes, mas no apañando e incentivando ilegalidad y trato vil
para con el país.
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